Pedro Pablo Elizondo

MENSAJE DOMINICAL. Pedro Pablo Elizondo Cárdenas

Sean misericordiosos, como su Padre celestial es misericordioso

Queridos hermanos y hermanas: La parábola del hijo pródigo es la historia más hermosa de la literatura universal y es al mismo tiempo, nuestra propia historia. Tantas veces escuchada y siempre nos vuelve a conmover, porque vemos en ella reflejada nuestra historia y las actitudes de nuestra vida. Cada uno de nosotros se ve reflejado en el hermano menor, en el hermano mayor y en el padre de las misericordias.
1.- El hijo menor
¿Cuántas veces por puro egoísmo hemos dado la espalda al amor de Dios y nos hemos alejado de él? ¿Cuántas veces hemos malgastado los bienes que él nos ha dado, buscando sólo nuestro provecho personal y egoísta, sin compartirlos con los demás? ¿Cuántas veces quizá, hemos usado esos recursos para alimentar nuestros vicios y pasiones desordenadas? ¿Cuántas veces nos hemos arrepentido sinceramente de nuestra vida desordenada y hemos vuelto a la iglesia y hemos caído de rodillas llorando nuestros pecados ante el confesionario? ¿Cuántas veces hemos sentido el abrazo del padre, sus besos y su ternura, y también hemos experimentado cómo su amor misericordioso sana nuestras heridas, nos reviste con nueva dignidad, nos reconoce como hijos suyos muy amados y nos devuelve los privilegios de su gracia salvadora? Esa maravilla asombrosa del amor misericordioso que experimentó el hijo menor, la podemos volver a experimentar nosotros en este año de la misericordia. La puerta santa de la misericordia está abierta de par en par en las iglesias, para significar que el corazón de Dios está abierto esperando a que nos acerquemos y gocemos de su ternura misericordiosa.

2. El hijo mayor
¿Cuántas veces nos ha pasado lo que al hijo mayor, que no quiere perdonar los errores de su hermano menor? ¿Cuántas veces me ha dado coraje que mis padres traten mejor a mi hermano que se ha portado mal y no se fijen en mí, que me he portado bien? ¿Cuántas veces se dividen las familias, y se pelean los hermanos por el reparto de las herencias? ¿Cuántas veces se niegan el habla y ya no vuelven a hablarse nunca por un miserable objeto que se disputan? El año de la misericordia es el tiempo para perdonarlo todo, para reconciliarse y volver a encontrar la paz, la armonía y la unión de la familia.

3. El Padre de las misericordias
Cuando el padre ve volver a su hijo corre hacia él, lo abraza y lo cubre de besos. No lo deja terminar su confesión y organiza en seguida una gran fiesta, poniéndole el vestido nuevo, el anillo y las sandalias, porque el hijo de su corazón había muerto y ha revivido, estaba perdido y lo ha encontrado sano y salvo. La misericordia y la ternura que el padre derrochó sobre el hijo de su corazón que se había portado tan mal, es la misma misericordia que nosotros debemos derrochar hacia los que nos han ofendido, nos han maltratado o se han portado mal. En este año de la misericordia, el lema es muy claro y comprometedor: Sean misericordiosos, como su Padre celestial es misericordioso.

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