RAFAEL SANTIAGO. Contracara

Pasada la primera etapa de la designación de candidatos a la gubernatura de las principales fuerzas políticas, ahora empieza la etapa de ajustes necesarios.
Sobre todo en el PRI, donde se llevó al extremo de los tiempos, para definir al ungido. Mauricio Góngora Escalante llega con el apoyo del grupo de Emilio Gamboa Patrón, coordinador de los senadores, quien desde hace mucho se ha convertido en una especie de cacique peninsular y que empezó su carrera política hace unos 30 años, como secretario particular del entonces presidente de la república Miguel de la Madrid, y desde entonces no se ha bajado del caballo de las grandes ligas de la grilla nacional.
Bajo ese protectorado están el ex gobernador Félix González Canto y el nutrido grupo de políticos que comanda, sumados son un amplio abanico de funcionarios estatales y federales, que van desde la verde Ludivina Menchaca, pasando por Laura Fernández Piña, Sara Latife, hasta Román Quián, por citar solamente algunas y algunos.
En los tiempos de Félix, aunque hubo acuerdos nacionales, la fuerza y decisión fundamental estaba en manos de los gobernadores, debido a que en Los Pinos estaba un gobierno panista, los de Fox y Calderón, que con todos los jaloneos presupuestales y golpes bajos, abría para los tricolores un gran poder regional, una mayor espacio de acción y decisión. Aunque era difícil lidiar con un locuaz Fox o un borrachín como Calderón, también eran útiles porque servían como pretexto para poder blindarse contra las decisiones de su propio partido.
Dispuso Félix un poder cuasi ilimitado, que no tendría su sucesor Roberto Borge Angulo. Además de que jugaron en canchas contrarias: Uno por Mauricio Góngora y otro con José Luis Toledo. Y el juego se llevó a tiempos extras porque un gobernante tiene que ser convencido de las causas por las que se define tal o cual candidato, a fin de cuentas es el que lleva la responsabilidad histórica, como primer priista del estado, de lo que suceda en el proceso electoral. Se le aplaudirán los éxitos o se le condenará en sus fracasos.
En este proceso se formaron bloques y se hicieron alianzas. Muchos se sintieron candidatos para las presidencias municipales o para las diputaciones locales. Renunciaron a sus cargos e iniciaron campañas. Al principio eran mesurados, pero conforme avanzaban los tiempos decidieron abrirse de capa y abiertamente apoyaron al candidato que creyeron más fuerte: José Luis Toledo. El detalle está en que quedó Mauricio.
Y entonces se rompió la calma y todo se convirtió en un revoloteo enorme, como el que realizan las parvadas de gaviotas espantadas en la playa. Lo primero que hizo el recién nombrado candidato. Seguramente bajo los consejos de Félix, fue romper cualquier tipo de relación que pudiera implicarle alguna responsabilidad. Como si dijera “llegué solo y no le debo nada a nadie”. Muchos de los aspirantes que ya se consideraban candidatos a la vuelta de la esquina, se sienten compungidos porque ni siquiera les contesta el teléfono.
En el caso de Solidaridad es la muestra más obvia pero no la única. Por retirarse de la coordinación de campaña de Carlos Joaquín, se le concedió a Filiberto Martínez la posibilidad de ser él o su delfín Juan Carlos Pereyra, el próximo candidato a la presidencia municipal (hay que recordar que aunque recortada en unos meses esta posición, también se permite una reelección). Góngora ha manifestado de varias formas su descontento. Como candidato priista a la gubernatura, debe tener un blindaje a sus espaldas, y quiere dejar a alguien de su absoluta confianza en su municipio.
Se habló de Teresita Flota, como una forma de compensar a Pedro Flota que se le dejara en la caja de bateo por tercera ocasión. Puede ser de todas las confianzas de Mauricio, pero tienen un problema, el municipio necesita ganarse y ella no representa un atractivo de masas. Por supuesto muchos ya se cuadran ante Góngora, como el mismo Marciano Toledo, padre de José Luis Toledo, quién ya manifestó en ese sentido como para avisar que apoyará al que pongan.
Con Teresita como candidata, este municipio lo puede ganar la oposición. No solamente por los votos que pudiera atraer Carlos Joaquín, quien fue edil priista de esta demarcación, que ahora compite por el gobierno del estado impulsado por la alianza del PAN y el PRD, sino porque su relación con Filiberto Martínez y con Juan Carlos Pereyra, no se ha roto. A final de cuentas políticos, es decir siempre dispuestos a realizar acciones que parecen imposibles a toda lógica, pueden reactivar sus alianzas y aplastar al tricolor.
Y si uno agrega a todo eso, el coqueteo con Carlos Joaquín que realiza el ex secretario de gobierno, Gabriel Mendicuti, quien por haber sido presidente municipal, tiene una amplia presencia también en Playa, las cosas se complican más.
¿Y entonces qué hacer? Se quiere romper una alianza pactada, pero no se tiene un plan B que garantice el triunfo en Solidaridad. Y es solamente el caso de la definición de una candidatura de las 11 presidencias municipales, faltarían también las 15 diputaciones locales.
Por lo pronto todos los que se sentían seguros candidatos, andan arrastrando la cobija a la espera de que les caiga una guillotina o la bendición “mauriciana”.

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