RAFAEL SANTIAGO. Contracara

EL CALVARIO DE MENDICUTI

Mendicuti podría emularse con Judas. Y no solamente por traiciones, sino por aquello de gustarle los bolsos llenos de monedas.

Hace días comentábamos acerca de que Gabriel Mendicuti Loría no se iría del tricolor. Entre otras cosas por “la enorme cola que tiene, que le pisen”.

Con comentarios “ácidos”, fotografías con las oposición, la más reciente hombro con hombro con el dirigente perredista, Emiliano Ramos y con el líder blanquiazul, Eduardo Martínez Arcila, se anunciaba una etapa como opositor del régimen que lo “amamantó” en todo tipo de corruptelas y que ahora critica.  Se daba por hecho que se sumaría a la campaña de Carlos Joaquín González para abrirle un boquete más al tricolor.

Como todos los que buscan “huesos” por medio de chantaje, repitió la conocida película de coqueteos con los rivales. Se rebeló contra el gobernador Roberto Borge y como secretario de Gobierno se reunió por su cuenta y riesgo con Carlos Joaquín. En el proceso de designación de candidato a la gubernatura se manifestó abiertamente en contra de José Luis “Chanito” Toledo.

Pero le falta oficio político y se ha convertido en una fría máquina de hacer dinero. En cada gobierno no quiere que le den, sino que le pongan donde hay. Y sin embargo se mantuvo en la terna de los elegibles, aunque fuera como relleno. Cuestión que utilizó para promover su imagen y darle resonancia rupturista a sus declaraciones.

Al final no quedó “Chanito”, sino quién dijo que era “su amigo” Mauricio Góngora. Hasta ahí parecía una bronca directa con el gobernador en turno. Pero no acudió al registro de Góngora. Entonces ya todo lo que podía hacer se convirtió en un enigma que le permitía chantajear.

Y cuando todo parecía listo para su salida, reculó o lo recularon. Horas antes de que se diera el registro, publicó en su cuenta de Facebook que siempre no, que no se iba, pero que tampoco se quedaba, sino todo lo contrario. Juegos de palabras cantinflescas que resumen que logró solamente parte de lo que esperaba sacar del “río revuelto” que se forma en cada proceso electoral. Por lo menos logró el compromiso de que no lo meterían a la cárcel por tantos fraudes. O también le prometieron que no andará por ningún calvario y que tendrá la venia para que culminen algunas obras millonarias donde descaradamente trabaja con sus empresas, como la aeropista de Tulum.

Su caminar por las zonas espinosas, abrazado por amarillos y azules, le rendirá frutos. Tampoco quiere que lo ametrallen desde esa trinchera. Espera que le perdonen que no se haya decantado a favor de ellos, que no se enfurezcan por haberlos dejado como “novia de rancho, todas vestidas y alborotadas”, con todos los documentos listos para que los firmara y se protocolizara su registro como precandidato a la presidencia municipal de Playa del Carmen.

Tiene confianza y suerte. Los nuevos mesías de oposición son muy dados a realizar milagros, le perdonarán a esta oveja descarriada cualquier corrupción porque caminó por la senda del arrepentimiento después de haber probado la fruta prohibida.

En realidad de poco puede ufanarse. Desde sus inicios como presidente municipal de Solidaridad, en el 2002, fue cuestionado por la venta simulada de terrenos en la llamada Cruz de Servicios. También se le cuestionó la venta del campo de beisbol Carlos Cordero a empresas donde era accionista: Ronac y Tun-Há, por lo que tuvo que regresar 55 millones de pesos,  que por supuesto pagó con obra pública a precios inflados. Ese ejercicio fraudulento le sirvió como carta de presentación para que lo nombraran titular de la Secretaría de Infraestructura y Transporte (Sintra) y posteriormente secretario de Agricultura (Sedari).

Realizó asignaciones directas a sus empresas: Águila Constructora del Sureste con la que construyó el distribuidor vial de Cancún.  También se dio obras para Sacbé Construcciones, CICSA y Block México y para varias que tenía con prestanombres. Sus enredos llegaron a tal extremo que dio la obra de ampliación de la cárcel a un sobrino del fallecido narco Amado Carrillo, mejor conocido como “El señor de los cielos”.

En política fue coordinador de campaña de Enrique Peña Nieto y su fracaso fue tal que dejó muy por abajo de Andrés Manuel López Obrador al actual presidente de la República. En la actual administración, fue secretario de Gobierno, lo que le sirvió para colocar a quien fuera su subsecretario de Asuntos Jurídicos, Harley Sosa Guillén en la Comisión Estatal de Derechos Humanos; y a su subsecretario de Desarrollo Político, Juan Pedro Mercader, en Seguridad Pública.

Bendita Semana Santa que perdona a los pecadores y evita que sean crucificados.

 

 

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