GERMAN GALLEGOS CRUZ. Mesa De Las Nauyacas

Y… USTED ¿QUE OPINA?…

ATENTO RECADO A PEPE GÓMEZ,  PRESIDENTE DEL GRUPO QUEQUI.

Amigo presidente, en días pasados, encontré a dos ciudadanos a punto de liarse a golpes, por opiniones o punto de vista diferente, sobre un mismo tema. La elección a gobernador de Quintana Roo. Cuanto enojo, cuanta intolerancia. Ya hemos tratado el asunto de la diversidad y el respeto a las opiniones contrarias, pero sin un sustento, que contribuya al desenredo de la misma, para inhibir o conjurar un choque frontal que lastime física y moralmente a alguien. Para lograr entender a potenciales rijosos, mi amigo Pepe Valencia, me compartió un sencillo pero muy aleccionador ejercicio. Nos encontramos fortuitamente en un restaurante en Cancún, y frente a dos tazas de café, de regular calidad, empezó la instructiva charla, con mi culto amigo. Sin ningún aspaviento, y muy en reposo; como corresponde al ser humano que ha vivido la vida a todo pulmón, Pepe Valencia solicitó a la frondosa mesera, un bolígrafo. Y acto seguido, dibujó, si, dibujó un número tres de buen tamaño. Colocó al centro de la mesa el número escrito y preguntó: ¿Que ves desde dónde estás? Conteste, una letra E. Posterior a mi respuesta giró el papel a 90 grados y volvió a preguntar: Y ¿Ahora que ves? Una letra M volví a contestar. Fíjate bien. En mi primera pregunta tu veías una E, cuando yo veía el número tres que escribí. Al girar a 90 grados el papel donde escribí el número tres, tu veías una letra M, y yo una W. Que interesante es hacer esta anotación, para poder entender a la gente, su punto de vista contrario al de su vecino, pariente o compadre. Mucho depende el ángulo desde donde se ven las cosas. Por eso la diversidad de opiniones. Por esta santísima diversidad la gente discute, se acalora, grita y pelea. No sucederían estos desencuentros, si en vez de exigir una razón cuestionable, invitas a tu potencial adversario a ver el objeto desde tu ángulo, o viceversa, desde su ángulo. Este asunto, es parecido a la empatía abundo mi amigo Pepe Valencia ¿Por qué decidimos unilateralmente las cosas que son de interés común? La soberbia es una enfermedad milenaria, que se ha vuelto resistente a los tratamientos espirituales. No hay cura para tal padecimiento. Y cómo no se desarrolla con más ímpetu en alguna clase social específica, barre parejo. Hay soberbia en los ricos, en los pobres y en los jodidos. Nadie está dispuesto a ceder, o por lo menos, tratar de colocarse en los zapatos del otro. Esta sería la metáfora más puntual de la empatía. Cuando hay discusión o pleito, se entiende como defensa de la propia razón. Por soberbia, es difícil conceder la razón a tu adversario. Fíjate, si en un ejercicio sencillo, concedemos la razón a quien nos la exige, en ese mismo instante, se acaba la discusión o el pleito. Pero cuantos estamos dispuestos a conceder la razón al necio que tenemos enfrente, si el combustible de nuestra cerrazón, es precisamente la necedad.” He ahí el problema mi querido amigo Germán”. Soberbia, ego, arrogancia, los antivalores que estorban para vivir, para lograr un mínimo de armonía, para una convivencia sin sobresaltos. Ahora que se ponen de moda las controversias inútiles, por defender a nuestro candidato, podemos decir sin temor a equivocarnos, que para el “chamuco” es alta temporada, en caso que sea verdad la visión de nuestros católicos padres, que decían que el diablo se ponía feliz al ver guerrear a dos hijos de Dios. Quizá en los tiempos idos, había otros motivos para la discusión, para el desacuerdo. Hoy peleamos guerras de otros, por intereses de otros, por las riquezas de otros. Y al final de cuentas, esos otros, los dueños de sus propias guerras, ni por caridad nos echaran un lazo, cuando el botín de esas guerras, este a buen resguardo en sus blindadas cajas de seguridad. Por lo pronto, es inminente el pleito generalizado, donde muchos ciudadanos, sin deberla, ni temerla saldrán lesionados, concluyó mi amigo Pepe Valencia. Quedé en reflexión permanente, durante mi regreso a Tulum. Hay garbanzos de a libra, que nos ayudan a pensar, que son escuelas andantes. Como el caso que les acabo de relatar. Ahora sé porque no hay acuerdos en la gente, para mejorar las condiciones de vida. Ahora me queda muy clara la ausencia de solidaridad, la indolencia, el me importa “madres” el dolor ajeno. No estamos parados en el mismo lugar. La visión de los problemas ajenos, no se ven de la misma forma, con el que los padece. Los múltiples ángulos de visión, fomenta la mezquindad y el egoísmo. Nada raro que el preso injustamente sentenciado, se pudra en la cárcel, que el enfermo pobre padezca en silencio su insoportable dolor. Vale la pena preguntarle a la gente: Desde su ángulo de visión. Y… Usted, ¿Qué opina?…

La frase: Nada de lo que ocurra a los hombres nos debe resultar ajeno…Juan XXIII.

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