LA DIOSA IXCHEL. El Castillo

 

 

DEBO, NO NIEGO; PAGO, NO TENGO

Conforme avanzan los días, diversos grupos han radicalizado sus críticas hacia el gobierno estatal actual. Y lo hacen tanto los beneficiados durante los últimos más de cuatro años, como aquellos que no lograron ver coronadas sus ambiciones, y éstas son de todo tipo. En los llamados diarios de “circulación nacional” es suficiente la mención de mandatarios de otras entidades enfrentando señalamientos para pretender lanzarlos en el mismo sentido hacia el quintanarroense, carentes, como se ve, de material comprobatorio suficiente para el lanzamiento de sus pretendidas denuncias. Esta obscena práctica es vista periodo tras periodo y la costumbre lleva a una suma de lo considerado como “errores”, tropelías, abusos o desviaciones económicas. Sin embargo, durante el tiempo en el ejercicio del poder, ninguno se atreve, ni de los de dentro ni los de fuera, a realizar señalamientos con pruebas. Todo se queda para el recordatorio de los tiempos de la primaria, cuando se es escolapio, “a la salida nos vemos”. Con esa fórmula, lo único que se ha logrado es el fortalecimiento de la impunidad y el alejamiento, cada vez mayor, de una verdadera, real, seria, rendición de cuentas. El escándalo diluye las responsabilidades y en muchas ocasiones se convierte en cortina de humo, imposible de hacer penetrar las demandas ciudadanas.

 

El tema, por ejemplo, de las deudas, es recurrente en estos tiempos. El Gobierno federal puso, como en el cubilete, “tiro”. Volvió a sacar a relucir las de las entidades y los municipios, en un afán de ocultar el endeudamiento más grave, el que no suma ni decenas, ni cientos, ni miles de millones de pesos, sino ¡billones! Y que crece cada día, no sólo por los intereses, sino por la permanente petición de más créditos. Por desgracia, en estados como Coahuila, sus habitantes han comprobado de manera directa la mala utilización de los empréstitos. En Quintana Roo, se tiene muy presente, una gran parte de los pasivos se conformó con el renacimiento en toda la franja turística a partir de las devastaciones de “Wilma” y ante la negativa, en ese entonces de Vicente Fox, de cumplir, incluso con su palabra, de reingresar a la entidad a su plena actividad en diciembre de ese mismo año. Calderón le regateó todo tipo de apoyos a la entidad, a sabiendas de la demanda creciente generada por el flujo migratorio e inclusive pretendió desaparecer -con el visto bueno del entonces senador quintanarroense, exgobernador y muchos otros cargos más- la Secretaría de Turismo. A diferencia de otras entidades, ésta no ha detenido su desarrollo, el crecimiento sigue siendo el más alto del país.

 

Es entonces cuando uno se percata de lo estéril de la discusión o de la exhibición de quienes aspiran al poder estatal sobre este tema. Ninguno aporta elementos reveladores del conocimiento del cómo liquidar los endeudamientos sin generar ningún retraso y sin abandonar las políticas públicas encaminadas al beneficio de la mayoría. Eso nos lleva a preguntar si los electores realmente están preocupados por el pago de la deuda estatal o por mantener sus niveles de vida, por encontrar mejores salarios, por buscar el alimento diario, por lograr mejor educación para sus hijos, por tantos y tantos renglones de la vida diaria, de los cuales una parte son su muy personal responsabilidad, pero otra buena parte recae en la práctica y manejo de buenas políticas públicas. De esos discursos tan sobados y de los señalamientos lanzados a tontas y a locas sin los análisis que lleven a la opinión acertada, son muchos los cansados. Los temas son otros pero, si se carece de formación en todos los terrenos, serán difíciles de encontrar.

 

Las próximas elecciones son más que un “encontrón” Mauricio contra Carlos. Eso es frivolidad innecesaria en momentos de crisis nacional. Más aún si se vive en una entidad en donde tan fatal evento va sorteándose. La oposición sigue basada en la creencia del lleno de plazas, cuando eso no llena urnas. Los resultados en los mandatos son los que cuentan.

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