SANTIAGO J. SANTAMARÍA. El Bestiario 

 

 

UN ‘SURREALISMO POPULISTA’, AMENAZA A LOS ESTADOS UNIDOS

Mientras Donald Trump evoca a Adolfo Hitler y a Benito Mussolini, con sus discursos ‘antimexicanistas’, Bernie Sanders habla abiertamente de ‘socialismo’ cubano en el país del capitalismo, el de ‘La riqueza de las naciones’ del escocés, Adam Smith…

“El populismo ha llegado a EU. Los estadounidenses están enfadados por muchas razones, y de ahí el éxito populista. ¿cómo de enfadados? En dos palabras: Donald Trump. ¿cómo de enfadados? en dos palabras: Bernie Sanders. Lo que no está claro es si los políticos se han enterado”. Steve Jardinges, profesor de Políticas Públicas en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, y profesor del Centro de Gestión Pública en IESE Business School, Universidad de Navarra, España, ha hecho estas afirmaciones en una columna en la prensa norteamericana, cuando el candidato republicano sigue acelerado y sin freno, atacando a México y provocando el relevo, en las últimas horas, del embajador de nuestro país en Washington y el “socialista” pudiera hacer peligrar la llegada de Hillary Clinton a la Casa Blanca por segunda vez. La anterior, el culpable fue el actual presidente, Barack Obama. Este último se ha decantado abiertamente por su primera secretaria de Estado, senadora y ex primera dama.

La política exterior de México ha dado un inesperado giro. El Gobierno mexicano ha anunciado este martes que nombrará al diplomático Carlos Sada Solana, como su embajador en Estados Unidos. La medida responde al “clima hostil” que en el país vecino se ha intensificado en contra de los mexicanos, según han reconocido tanto el presidente Enrique Peña Nieto como la ministra de Exteriores, Claudia Ruiz Massieu. Apenas hace ocho meses el político y académico Miguel Basáñez llegó a Washington para ocupar el cargo. Pero mientras estrenaba su despacho en la calle Pennsylvania, el fenómeno Donald Trump y sus mensajes xenofóbicos contra los mexicanos arrasaron en la campaña presidencial de Estados Unidos. Trump y su idea sobre construir un muro en la frontera de ambos países, se volvieron populares.

Las semillas del populismo estadounidense moderno, el considerado movimiento progresista, las sembraron hace más de 40 años dos acontecimientos que sacudieron la confianza de los ciudadanos en su Gobierno: la desastrosa guerra de Vietnam y el posterior escándalo del caso Watergate. Las mentiras que contaron los gobernantes a los estadounidenses sobre la guerra en el sureste asiático costaron al país 58,000 vidas. El Watergate costó la dimisión del presidente e hizo añicos la imagen de buen Gobierno, pero Vietnam y Nixon no hicieron más que plantar esas semillas. Fue el escepticismo de Ronald Reagan sobre la administración lo que les alimentó y les permitió fructificar en el progresismo que hoy invade Estados Unidos.

Reagan fue el primer presidente de los tiempos modernos que hizo campaña en torno a la idea del odio a la administración. Su lema era: “El Gobierno no es la solución del problema, es el problema”. Todo lo contrario de lo que decía John F. Kennedy, una generación antes: “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país”. En otras palabras, Kennedy estaba diciendo a los estadounidenses que el Gobierno era bueno porque ellos formaban parte de él.

El escepticismo de Reagan prendió. Los ciudadanos empezaron a olvidarse de su responsabilidad de vigilar a Washington, a dejar de participar en el proceso electoral y en todos los demás aspectos relacionados con la administración. En definitiva, creyeron a Reagan; y, como el Gobierno era malo, decidieron dejar de tener que ver con él.

Hoy, esa concepción escéptica y corta de miras ha desembocado en que, en Estados Unidos, solo una de cada dos personas con derecho a voto se molesta en inscribirse para ejercerlo, y solo uno de cada dos votantes inscritos acaba acudiendo a las urnas en la mayoría de las citas electorales. Es decir, tres de cada cuatro posibles votantes no participan en las elecciones. Una auténtica falta de responsabilidad. Por supuesto, en cuanto los estadounidenses empezaron a desentenderse -y dejaron de exigir que la administración trabajara para ellos-, el Gobierno empezó a desentenderse también de las vidas de la gran mayoría de ellos.

 @SantiGurtubay

Comments

comments

No hay comentarios