CARLOS CÉSAR GONZÁLEZ. Misión Evangélica

APRENDEN A AMAR AL PRÓJIMO

JUAN 4:20.

Nosotros los mexicanos también somos conocidos por nuestros usos y costumbres, como alguien ha dicho, “genio y figura hasta la sepultura”. Esto sería excelente si estos fueran buenos y nobles; Lamentablemente los índices de maldad y perversión cada vez son mayores., muchas veces nos parecen hasta de buen humor lo que respondemos ante una agresión toxica e hiriente como estas,  “es mejor gordo que cause risa y no flaco que cause lástima; a que lloren en tu casa o en mi casa, pues mejor que lloren en tu casa; quien no tranza no avanza; ponte la del Puebla; primero mis dientes y luego mis parientes; etc.

Sería muy bueno empezar a sembrar en nosotros, en nuestra familia, en nuestra colonia, en nuestra ciudad y en donde podamos hábitos nobles y buenos, después de algunos años si no nosotros, nuestros hijos verán los frutos de ellos.

Comparto con ustedes esta hermosa historia:

Entramos en un pequeño café, pedimos y nos sentamos en una mesa. Luego entran dos personas: Cinco cafés. Dos son para nosotros y tres pendientes.
Pagan los cinco cafés, beben sus dos cafés y se van.

Pregunto: ¿Cuáles son esos “Cafés pendientes”?

Me dicen: Espera y verás.

Luego vienen otras personas. Dos chicas piden dos cafés y pagan normalmente.

Después de un tiempo, vienen tres abogados y piden siete cafés: Tres son para nosotros, y cuatro pendientes.
Pagan por siete, se toman los tres y se marchan.

Después un joven pide dos cafés, bebe sólo uno, pero paga los dos.

Estamos sentados, hablamos y miramos a través de la puerta abierta la plaza iluminada por el sol delante de la cafetería. De repente, en la puerta aparece un hombre vestido muy pobre y pregunta en voz baja: ¿Tienen algún “café pendiente”?

 

Cuando comento esto, me dicen que ya hay esta costumbre en algunas ciudades importantes de nuestro México. Deberíamos implementar en nuestra vida este generoso hábito, pagar por anticipado algún alimento y pedir al gerente lo haga llegar a algún necesitado que pasa hambre.

¿Te imaginas lo que sentiría la persona necesitada al comer este alimento? ¿A caso no crees que agradecería a Dios por tu vida?

Lamentablemente, nuestra cultura o costumbre es del regateo, del pedir, del esperar que nos den, de buscar como ser exitosos sin importar el daño que causemos.

Amigos, Dios nos ayude a cambiar nuestro mundo, aunque sea el mundo chiquito que es nuestra propia vida y el de los nuestros. Dice Dios:

El ayuno que a mí me agrada consiste en esto: en que rompas las cadenas de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; en que dejes libres a los oprimidos y acabes, en fin, con toda tiranía; en que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes. Entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto. Tu rectitud irá delante de ti y mi gloria te seguirá. Entonces, si me llamas, yo te responderé; si gritas pidiendo ayuda, yo te diré: “Aquí estoy.”  Isaías 58:6-8

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