ALEXIS SHAFFER. Si es Posible Estar en Paz

De alguna manera todos estamos cerrando ciclos y en la intimidad cada uno sabe cuáles son esos procesos que debe clausurar.

 

Este el momento de atender el llamado de la vida de dejar ir las cosas, liberarse de los deseos que atan y elegir fluir como el agua, de creer en ti. Suelta eso que ya se acabó, que ya no marcha y abre tus manos y tu corazón para recibir todas las bendiciones.

No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!

Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.

Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente…

La vida está para adelante, nunca para atrás. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio. Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver.

Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo.

Ni tú serás el mismo ni el entorno al que regreses será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.

Es salud mental, amor por ti mismo, desprenderte de lo que ya no está en tu vida.

Recuerda que nada ni nadie es indispensable.

Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir hacia adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!

 

ACEPTA

Una ley espiritual dice: “cuando algo termina, termina”. No te desgastes entonces preguntándote el por qué. Simplemente, si algo finalizó en tu vida, es para tu evolución y tenía que ser así. Además, detrás de cada cosa que ocurre, está la perfección Divina. Por lo tanto es mejor aceptar, dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecido con la experiencia. Tu resistencia solo hace más difícil y demorado el proceso ya que el tiempo que tarda cada quien en sanar es su propia decisión.

Lo que pasó, pasó y ya. Cuando aceptas que todo lo que sucede tiene un fin (que más adelante descubrirás), que todos podemos equivocarnos, que por ejemplo en términos de relaciones interpersonales, el otro tiene el derecho también, al igual que tu, de decidir si quiere estar contigo y comprendes que el desenlace nada tiene que ver con tu valor o tu autoestima, que si la otra persona no desea estar más no es porque no le hayas aportado o no valgas lo suficiente; y en definitiva, cuando te aceptas a ti mismo incondicionalmente, empiezas a observar todas las situaciones, las cosas y a las personas desde otra perspectiva más armoniosa, amorosa, equilibrada y más feliz.

 

AGRADECE

Aunque en el momento no halles la bendición, te aseguro que hay más de una, detéctalas. Si te es posible, hoy mismo, regálate un tiempo; en el silencio de tu habitación por ejemplo, relaja tu mente, cuerpo y corazón. Recuerda que en tranquilidad se escucha más fácilmente la guía celestial. Respira profunda y lentamente varias veces y conéctate con tus ángeles custodios. En su compañía agradece al Universo todo lo bueno que tienes y pídeles que te ayuden a encontrar la luz y la bondad en todo esto y a desapegarte.

Da las gracias a tu Divinidad por la oportunidad que tuviste de haber vivido la experiencia que ahora quieres cerrar. Evalúa lo que te aportó. Cada vivencia es elegida por nosotros mismos para despertar y cada encuentro con otra persona conlleva un propósito de aprendizaje. Permíteles a tus ángeles que colaboren con esto. Invoca también su ayuda para que elabores una lista de todos los beneficios que obtienes al cerrar ya y cortar sanamente.
ÁMATE

Por amor propio no le des más vueltas al asunto y no dejes cabos sueltos, sostenidos falsamente por la expectativa de una posible marcha atrás. Invoca a tus ángeles y pídeles que remplacen eso que hoy entregas por algo mejor. De ninguna manera pienses en: “¿qué tal si cierro y no puedo encontrar algo o alguien? Destierra ese tipo de ideas porque solo empeoran la situación y sustitúyelas con afirmaciones positivas que ratifiquen tu merecimiento. Otra sugerencia angelical es que te desligues también de recuerdos y objetos que te conecten con el evento o persona en cuestión. No guardes nada.

Sin importar la naturaleza de la circunstancia que quieras cerrar, hazlo. No es lo que fue (por más maravilloso o mágico que haya sido) ni lo que podría llegar a ser, lo único importante es lo que es hoy. Y si ahora ya no funciona, no existe, ámate y recupera el espacio energético que le estabas otorgando. Ábrele campo a lo nuevo, pero no corras a llenarlo con lo primero que aparezca. Date un tiempo para asimilar.

Trátate con consideración (no la confundas con lástima) y no insistas en dilatar y darle vitalidad a algo que ya no posee fuerza. Cuando una etapa llega a su fin, otras luminosas se aproximan. Si cierras ésta desde el amor con aceptación y gratitud, el camino que se te muestra al frente estará bendecido por Dios y custodiado por tus ángeles. Adelante, continúa, pasa la hoja, cierra este capítulo y sigue la aventura que significa vivir.

Renace, busca un nuevo trayecto. Solo tú puedes romper tus cadenas, nadie puede meterse en tu mente y tomar decisiones por ti. Con la ayuda de tus ángeles de la guarda, libera las condiciones y las personas y tú serás el primero que recobre la libertad. El sendero de tu evolución es iluminado y eterno, como eterno es el amor del Universo.

 

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