La Columna por Gerardo García

Cuentos y cuentas alegres…

Atento recado a los “creyentes”. No hay razón para la complacencia, ni para el aplauso obligado. Cuando vamos a un evento político, no sé qué palancas mueven a la gente
para aplaudir mecánicamente ante la “sugerencia” del manipulador maestro de ceremonias o ante la “estrella” del inminente “show”, que desgranará con toda seguridad un discurso lleno de mentiras, de cuentos y cuentas alegres, que pretenderá vender como verdades pontificales.
Ya vienen los informes de presidentes municipales y gobernador, y por el amor de Dios debemos estar atentos para analizar y separar lo cierto de lo falso. Hacer un inventario mental de las obras anunciadas, que algunas solo existen en la imaginación. Pero las promesas con sal y pimienta en el discurso de los gobernantes, hay que mantener viva la “esperanza”, hay que anunciar futuras obras, que dicen, se han ejecutar con gran “esfuerzo” para beneficio del pueblo. No hay que dejarnos llevar por el discurso que señala los atributos humanistas del gobernante. Hacer apología de las virtudes de toda su estirpe es pecaminoso por la mentira inherente. Siempre hablan de la importancia capital que hay en una familia unida. Del amor casi divino hacia los hijos. No dejan pasar la oportunidad para escribir y subrayar con letras mayúsculas, la enorme preocupación que les embarga la desigualdad social, los sectores sociales más vulnerables, los pobres de la tierra, nuestros hermanos mayas, etc. La retahíla de palabras huecas, son el sello de cada informe gubernamental. A propósito de los informes que vienen, se enviarán invitaciones quizá poco ostentosas, por aquello de la austeridad. Con seguridad no cambiara el formato. Clasificación inevitable de los invitados. No olvidar, pero con todo respeto, hasta entre los perros hay razas. Y en las invitaciones irá el distintivo de cada invitado. Clasificación VIP, invitados poco importantes y la “chusma” que a nadie le importa, salvo para completar las multitudes. Los VIP, que lucirán sus ridículos trajes de famosas marcas, padecerán las inclemencias del clima ecuatorial de Quintana Roo. Los menos pretenciosos, comprarán para la ocasión las arrugadas camisas de lino blanco. Así desfilarán orondos, con invitación en mano para lucir la distinción que les hace el anfitrión y, presumir a los cuatro vientos que ellos son cercanos al mandamás del estado o al presidente municipal en su caso. Habrá otra capa social que no pudo identificar a tiempo, cuál era el color de la invitación que clasificaba a los invitados importantes. Y con pena y rabia contenida, serán conducidos por almidonadas edecanes, al “corral” de los invitados poco importantes. Pero el ultimo “corral” el de la “chusma” el de los acarreados, esos que quizá no vean en vivo al eufórico gobernante, porque jamás han importado. Ellos asisten al ritual del casi religioso informe, por la costumbre ancestral de la tortita, del friolín, de la playera y la gorra y, quizá de unos doscientos pesos para el “chesco” after hours. Una vez colocados todos en sus respectivos lugares, el maestro de ceremonias, manipulador de oficio, exige con amabilidad que aplaudan con muchas ganas, porque acaba de entrar al “sacro” recinto del informe, “fulano” de tal, cuyo historial en la política es digno de reconocimiento. Siguen llegando personalidades y, los invitados poco importantes, o sea; los del primer corral, se les cuecen las habas por saludar y tomarse la foto con los personajes de importación de otros estados, y no hallan la forma de dar un salto para llegar al área VIP. Muchos se quedan rumiando su frustración y planean hacerse los aparecidos a la salida del recinto. Que poco valor nos damos, carajo. Al final de cuentas, ¿para qué nos sirve saludar a los “arribeños”? (así le decían en mi pueblo a los que venían de tierras frías) Pero el asunto es que venimos a escuchar de viva voz del gobernante, los cuentos y las cuentas alegres de su administración. Los cuentos son aquellos con los que nos embaucaron para dar el sí en el proceso electoral. También aquellos cuentos que nos vendió el supremo comandante. Nos dijo que aprobando la reforma energética, tendríamos combustibles baratos y energía eléctrica a precios justos. Las cuentas alegres, son los aparentes logros que mediante el ahorro sin precedente por la austeridad gubernamental, se han ejecutado, para cumplir con los reclamos sociales más sentidos de la población. Es muy socorrido el recurso de la retórica para engañar a la gente. Desde siempre, la clase gobernante nos ha “cuenteado”, pero ellos no son tan culpables. Más culpable es la gente que cree a pie juntillas toda la sarta de mentiras que nos recetan. Por eso va la invitación de analizar con frialdad esas cuentas que nos van a presentar. Solo necesitamos que la calificación sea justa y precisa. No hay razón para un agradecimiento desbordado. Los recursos aplicados a la obra pública salieron de nuestro esfuerzo. Porque el esfuerzo de la ciudadanía es real, toda actividad económica conlleva grandes dosis de angustia y de temores, por el acoso gubernamental. No hay comerciante que no haya sido víctima de la inmoralidad y la extorsión de algún servidor público. Desde las tesorerías, directores, fiscales, etc., siempre hay un bandido institucional que nos quiere robar. Veo a mucha gente sufriendo lo indecible, por el atraco de la CFE (Comisión Federal de Electricidad), a su precaria y dolorosa economía. ¿Seguiremos creyendo en ellos?.

Comments

comments

No hay comentarios