El Tercer Domingo de Adviento

MISIÓN EVANGÉLICA

Por SJ. Carlos César González Cruz

Las velas de color morado, alientan la fe en la esperanza de la llegada del Salvador. En el tercer domingo de adviento, se enciende la vea rosada, la cual simboliza la alegría de que pronto llegará.

“No hay día que no llegue ni fecha que no se cumpla, todo santo tiene su día”, decían los viejos de antes. La Palabra de Dios nos recuerda:

No es que el Señor se tarde en cumplir su promesa, como algunos suponen, sino que tiene paciencia con ustedes, pues no quiere que nadie muera, sino que todos se vuelvan a Dios. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. Entonces los cielos se desharán con un ruido espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, quedará sometida al juicio de Dios. Puesto que todo va a ser destruido de esa manera, ¡con cuánta santidad y devoción deben vivir ustedes! Esperen la llegada del día de Dios, y hagan lo posible por apresurarla. Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán entre las llamas; pero nosotros esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios ha prometido, en los cuales todo será justo y bueno. 2 Pedro 3:9-13.

El pasaje de la Biblia nos ilustra un trastorno de la naturaleza y de la tierra en “El día del Señor”; él llegará como un ladrón en la noche, es decir, cuando menos lo espere la gente, y

•             Los cielos se desharán con un ruido espantoso.

•             Los elementos serán destruidos por el fuego.

•             La tierra, con todo lo que hay en ella, quedará sometida al juicio de Dios.

Un pasaje paralelo dice:

Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Mt 24:29.

¿Por qué ha de sufrir la propia tierra? Porque también fue sujeta a maldición:

– Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. Génesis 3:17.19.

Porque la creación perdió su verdadera finalidad, no por su propia voluntad, sino porque Dios así lo había dispuesto; pero le quedaba siempre la esperanza de ser liberada de la esclavitud y la destrucción, para alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que hasta ahora la creación entera se queja y sufre como una mujer con dolores de parto.  Y no sólo ella sufre, sino también nosotros, que ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que vamos a recibir. Sufrimos profundamente, esperando el momento de ser adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados nuestros cuerpos. Rom. 8:20-23.

¡El señor viene, su venida está más cerca!

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