Exitoso cierre de gira

La reina del Pop convocó a 1.6 millones de personas en la playa de Copacabana en el último día de “The Celebration Tour”.

Por Agencias
Brasil

Brasil, un país enamorado de todo lo superlativo, recibió a Madonna a lo grande este sábado por la noche. Nunca antes la reina del pop había actuado ante una multitud tan colosal, 1.6 millones de personas, según las autoridades locales, como la que reunió para un concierto gratuito en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, convertida en una monumental pista de baile.


Fue una noche mágica a 24 grados (un calor impropio para esta época) que clausura una gira que arrancó en octubre, con retraso por una grave infección bacteriana con estancia en la UVI incluida, y que la ha llevado a 15 países de Europa y Norteamérica. La artista se echaba por primera vez a la carretera sin nuevo disco para celebrar sus cuatro décadas de carrera con sus fans, muchos de los cuales ni habían nacido cuando en los ochenta despegó una trayectoria irrepetible.

Durante dos horas y 10 minutos, Madonna Louise Veronica Ciccone, ofreció un destilado de su trayectoria, incluidas escenas, coreografías y modelitos que han quedado para la historia del pop. Los momentos más aplaudidos, los que la Madonna ha compartido junto a estrellas locales. Para bailar la famosa coreografía de Vogue, estaba acompañada de una de sus hijas pequeñas, Estere, de 11 años, y la gran diva brasileña, Anitta. Para esta ocasión, el escenario tenía 800 metros cuadrados, el doble que en el resto de la gira.


El momento en que sendos bailarines simulaban practicarles s3xo a las reinas del pop y del funk carioca probablemente será uno de los que más triunfe en redes de esta noche única en Copacabana. Madonna llevaba un vestido con los colores de la bandera de Brasil (verde, amarillo y azul) con el ya clásico corpiño de pechos cónicos de Gaultier. La estadounidense mostró mucha más complicidad con su otra invitada local, la drag queen Pabllo Vittar, que con Anitta. Vittar saltó al escenario con una camiseta de la selección de fútbol acompañada de una batucada de la mano de un grupo de chavales percusionistas de escuelas de samba.


Junto a sus fans más fieles de la comunidad LGTBI, que la tienen en un altar desde los terribles tiempos del sida, Copacabana recibió una multitud compacta de lo más variopinta, incluidas familias con niños, abuelas y abuelos. Y como este es un país muy desigual, cerca, pero bien separados, varios miles de VIPS, invitados por los patrocinadores, un banco, una empresa cervecera, el Estado de Río y la ciudad.


Gracias a una quincena de torres de sonido y pantallas verticales (que muestran el show como se vería en un móvil) la multitud pudo seguir el concierto a lo largo de buena parte de esta playa de cuatro kilómetros. De todos modos, buena parte del público se quejó de la calidad del sonido en un show que comenzó con 50 minutos de retraso.

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