Misión Evangélica: “El Rey Aceptado, pero no recibido”

Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Mateo 21:9

Hosanna, es una palabra que expresa gran alegría. Hosanna significa “sálvanos” ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! “La Salvación viene del cielo”.

Todos los seres humanos tenemos esos momento en el que expresamos con júbilo esa aceptación. Ya cuando no nos queda otra, aceptamos que solo Dios es el único que puede ayudarnos. Confrontados ante una adversidad, suplicamos la ayuda divina, hacemos promesas a Dios, somos ligeros en expresar compromiso. 

Sin duda alguna, la multitud que ve venir a Jesús efervece de una alegría colectiva,  no puede evitar lo que sus ojos vieron, sus oídos oyeron y en muchos de ellos lo que realmente palparon ellos mismos con el personaje Jesús. Milagros, sanidades, resurrección de muertos, mensajes impresionantes, etc. Estan seguros que es el hijo de David, el mesías prometido. La hora ha llegado de emanciparse de Roma y establecer el Reino de Dios. ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡La Salvación viene del cielo, de Dios! 

¿Qué le pasó a esta gente para que cinco días después cambiarán su forma de pensar y prefirieran que fuera liberado un delincuente y muriera en su lugar su salvador? ¿Cómo pudieron ser arrastrados por el mal y la maldad y olvidarse de quien era Jesús?

Yo no puedo ni debo realmente juzgarlos. Pienso que, si yo hubiera estado en ese lugar y en ese tiempo, también hubiera vitoreado las palabras de “Hosanna, Bendito el que viene en el nombre del Señor”, y después también hubiera Sido arrastrado por el mal y la maldad, hubiera gritado: “¡Crucifíquenle! 

Así como rápidamente hacemos promesas, rápidamente las olvidamos, olvidamos el favor del amor de Dios dado a nosotros y rechazamos a Jesucristo.

Oremos:

Amado Dios, perdona cuan voluble somos, perdona que sabiendo y habiendo visto tu amor y favor mostrado a mi vida, suelo olvidarlo fácilmente y fácilmente prefiero la maldad en lugar de caminar en tus sendas. 

¡Bendiciones amigos y hermanos del camino, del buen camino de Dios!

SJ. Carlos César González Cruz.

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