Misión Evangélica: Joyas para meditar 

El que conoce el universo es erudito.

El que se conoce así mismo es sabio.

El que conquista a los demás es poderoso.

El que se conquista así mismo es invencible.

Es indiscutible la idea de que todo hombre posee para su mal o para su bien “la imagen y semejanza de Dios” (El imago Dei). Corre pues, en su sangre la religión, está en su mente la idea de Dios. Nunca podrá prescindir de ella, pese a que en su necedad busque reprimirla, pues es innato a él. Numerosos casos hay para contar, de aquellos que son llamados en las Escrituras “Necios” (Salmo 14:1), que enarbolan una bandera llamada ateísmo suprimiendo los  vestigios del “imago Dei”, sin embargo, cuando sus vacíos existenciales se vuelven “abismos insuperables”, no les queda otra cosa que caer de rodilla y exclamar: “¡Ayúdame Dios mío!”
Así pues, los que se autodenominan Ateos elaboran argumentos inútiles para “matar al Dios inmortal en ellos”

Saber, conocer y entender al “Imago Dei” innato en nosotros nos hace ser necesitados del SER de nuestra procedencia, algo necesario para iniciar el camino del conocimiento y alcanzar las joyas que nos harán ricos, pues, el que conoce el universo es un erudito, el que se conoce así mismo es sabio, el que conquista a los demás es poderoso y el que se conquista así mismo es invencible.

Conocer a Dios nos libera de la tiranía del ego, derrumba los dioses que esclavizan, y al conocernos a nosotros mismos obtenemos las respuestas de las interrogantes ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por qué estoy aquí?

Iniciar el camino para conocerme a mí mismo o conocer a Dios, nos lleva a la verdad suprema.

“Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste.” Jn. 17:3, Tú eres fuente de vida y vemos la luz porque tú nos iluminas. Salmo 36:9.

¡Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino!
Siervo de Jesucristo Carlos César González Cruz.

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