Misión Evangélica: La viga en el ojo

Iluminar nuestra conciencia requiere detener el ligero tren de vida que llevamos. Detenerse, meditar, reflexionar y corregir nuestras acciones puede traernos grandes beneficios. El área afectiva podemos tenerla deteriorada y el aspecto cognitivo puede andar tropezando en las penumbras por la carencia de luz. Jesús enseñó una gran verdad cuando dijo: __ Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. __ Jn. 8:32.

Juzgar a los demás por su mala relación con nosotros, falta de paciencia, confianza entre tantas cosas, puede ser que no sea culpa de ellos. Recuerdo una vieja historia de un hombre que, al comer unas empanadas, un pedazo de queso quedó incrustado en su bigote, al añejarse este, adonde iba y con quienes estaba, él juzgaba que el lugar o las personas apestaban a queso rancio.

Para mejorar nuestras relaciones interpersonales requiere detenernos, meditar, reflexionar y corregir. Es natural que observemos a los demás, necesitaríamos un espejo que nos siguiera para que nos observáramos a nosotros mismos y eso, en realidad no se puede. Muchas veces que estamos frente a un espejo, que podemos vernos de cuerpo entero, observamos nuestra ropa, como nos queda, qué tan gordos o flacos estamos, nos guste nuestra figura o no, el espejo nos proyecta.

Todos los seres humanos tenemos el derecho de ser como queremos ser, en error, equivocados, pero es el derecho de decisión de nuestra persona. Sin embargo, cuando la conciencia es iluminada por el razonamiento, despertamos a la verdad, nadie a menos que no esté cuerdo buscaría su propio mal, y aún así dicen: “Loco no come fuego”. Pero, ¿Cómo puede hacerse eso? Pues a nuestro amigo del queso en el bigote, alguien con paciencia tuvo que decirle que traía un cacho de queso incrustado en el bigote, le pidió que le permitiera sacarlo, se lo enseñó y se lo dio. Aquél hombre entendió y cambio su actitud.

¿Qué olor percibimos de los demás? ¿Cómo juzgamos a otros? Nuestra verdad sobre ello puede ser relativa. No deberíamos mas bien analizarnos a nosotros mismos. Hace falta hacer una revisión sobre nuestra maravillosa y bondadosa vida, tal vez estamos equivocados en nuestra humilde percepción y opinión de nuestra persona: __ ¡Si yo soy un pan del cielo, un alma de Dios! __ pensamos.

No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará.

¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das importancia a la viga que tienes en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano. Lucas 6: 37, 41-42.

¡Bendiciones amigos y hermanos del camino, del camino de Dios! SJ. Carlos César González Cruz.

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