Panteón, nido de vándalos

 

El estado de abandono en que se encuentra el panteón municipal ubicado en la avenida José López Portillo, atrae a jóvenes o personas de la calle a ingerir bebidas embriagantes y drogas, así como a grafitear lápidas,  y de acuerdo a denuncias ciudadanas, también se han profanado tumbas sin el mayor respeto por las familias de los difuntos.

Montones de basura, botellas de cerveza rotas, algunas tumbas abiertas (aunque no se sabe si efectivamente hubo profanación de las mismas), debido a la nula vigilancia que hay por parte de la Operadora y Administradora De Bienes Municipales (Opabiem), ya que el lugar no cuenta con un vigilante ni matutino y ni otro nocturno.

Con más de dos décadas de servicio, el camposanto sólo es pintado, limpiado y remozado cuando se festejan el Día de Muertos en los dos primeros días de noviembre. El resto del año ni la autoridad realiza la tarea de darle mantenimiento, ni las familias en su mayoría, se encargan de cuidar la última morada de sus parientes.

Bolsas negras llenas de basura fueron tiradas desde la calle, las hojas de los árboles que cayeron en otoño y ahora en invierno siguen en el piso sin ser recogidas, botellas de todos tipos y materiales estorban el paso y ningún empleado municipal ha sido asignado para mantener en buenas condiciones estas instalaciones.

Ambiente sombrío y solitario en el que no hay lugar para la higiene. Hace apenas dos meses se encontraba perfectamente limpio por fuera y dentro; hoy ni siquiera tiene en su barda el logo municipal y menos el nombre oficial.

La maleza ha crecido en este tiempo y cae abruptamente sobre las lápidas. Aquí han pasado muchas madrugadas de juerga gente que vive en la calle o jóvenes que no tienen donde tomar alcohol o fumar marihuana, eligen este sitio porque saben que no corren ningún riesgo de ser detectados, gracias a que no hay un velador.

Por Javier Chumacero

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