PEDRO PABLO ELIZONDO. Mensaje Dominical

No lo busquen entre los muertos
Mensaje dominical
Domingo de Resurrección
27 de marzo de 2016

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy es el día domingo más importante de nuestra fe católica, domingo de resurrección, en el que celebramos, recordamos y revivimos ese momento maravilloso de la resurrección de Jesucristo. “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?”, dijeron los ángeles a las mujeres. ¿Por qué buscamos entre los muertos al que está vivo? Nos gusta pensar que Jesús como un gran profeta, un personaje histórico muy ilustre y muy célebre, un gran sabio. Pero nos cuesta mucho tomar en serio su presencia viva a nuestro lado y platicar con él y sentir su compañía. Nos gusta tenerlo como un curandero o alguien que nos puede hacer algún milagro. Nos gusta como Deus ex machina que nos va a sacar de algún apuro. Pero nos cuesta aceptarlo como lo que es: el señor, el salvador. Y sin embargo, si resucitó fue para ser el Señor de vivos y de muertos. El poder de la resurrección demuestra claramente su señorío indiscutible sobre todas las cosas, las del cielo y las de la tierra.
Jesús está vivo en medio de nosotros. “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. Jesús está en su Iglesia, Jesús está en su Eucaristía, Jesús está en su palabra, Jesús está en mi hermano, Jesús está vivo entre nosotros. “Donde dos o más están reunidos en mi nombre ahí estoy Yo en medio de ellos”. Jesús está vivo en sus sacramentos para darnos vida y vida eterna. Porque no solo muriendo venció la muertes, sino que resucitando restauró la vida como dueño y señor de la vida. Vivo porque es la vida y dador de vida.
¿Para qué resucita Jesucristo? Para desembarazarse de su limitación corporal que tanto le limitaba a un espacio y a un tiempo. Ahora está vivo pero de otra manera para poder estar con cada uno de los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares. Resucitó para estar conmigo, para estar a mi lado, para acompañarme en mi camino, para compartir su pan y sus pescados para hacerme el milagro de la pesca milagrosa para preguntarme si le amo igual o más que antes y para volverme a invitar a seguirle y sobre todo para enviarme a predicar igual que a los primeros discípulos. Resucitó para escucharme, consolarme e iluminarme en mis momentos de tristeza y angustia. No sólo resucitó, sino que es la resurrección, es la Vida, él posee la vida, es el dueño y señor de la vida. El dador de vida.
También resucitó para darnos una misión. “¡Vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio!”. También resucitó para darnos el Espíritu Santo. Para que su Espíritu estuviera siempre presente en nuestras vidas, con sus dones, con sus gracias, con sus virtudes. Y también resucitó para darnos la paz. “¡La paz esté con ustedes!” Para hacernos felices, para darnos las claves de la felicidad. El me quiere feliz, feliz, feliz. Y por eso me dice cómo debo ser feliz. Y por eso me ayuda con su gracia, para ser feliz. En este día estamos felices por la fiesta de la resurrección pero estamos llamados a ser felices siempre. Aceptemos la resurrección con gran alegría y gocemos su presencia gloriosa, viva entre nosotros. ¡Felices Pascuas de Resurrección a todos!

+ Pedro Pablo Elizondo Cárdenas L.C.
Obispo Prelado de Cancún-Chetumal

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