Anuncia el Papa que las mujeres sean diácono, casen y bauticen

 

 

Roma. Ya desde su primer viaje a Río de Janeiro, el papa Francisco se ha mostrado partidario de que las mujeres adquieran un papel de mayor relevancia en la Iglesia católica, “no nos podemos limitar a las mujeres monaguillo, a la presidenta de Cáritas, a la catequista, hay que hacer una profunda teología de la mujer”, pero desde aquellas palabras hasta ahora han pasado casi tres años sin ningún avance.

Tal vez por eso, durante la audiencia en el Vaticano a más de 900 superioras de institutos religiosos femeninos, Jorge Mario Bergoglio ha anunciado “la posibilidad a día de hoy” de que las mujeres puedan acceder al diaconato, el grado inferior en la jerarquía, por debajo del sacerdocio, pero ya con la posibilidad de administrar el bautismo, distribuir la eucaristía o celebrar el matrimonio.

Aunque ya en el Nuevo Testamento, concretamente en la epístola a los filipenses, datada a mediados del primer siglo después de Cristo, se hacía mención de los diáconos, el Concilio Vaticano II situó al diaconato en el grado inferior de la jerarquía, por debajo del sacerdocio.

Por lo que se estableció entre sus funciones “administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura”. Al igual que los sacerdotes, el diácono puede vestir sotana o el llamado “clériman”, una camisa por lo general oscura con alzacuellos.

Por Agencias-Quequi

 

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