Una etapa inolvidable


Yucatán termina por enamorar a los participantes del Rally Maya México durante el cuarto trayecto.

Por Redacción
Con una de las etapas más memorables que se haya registrado, el Rally Maya México (RMM) recorrió más de 260 kilómetros para seguir disfrutando el placer de viajar en el tiempo, visitando rincones del sureste del país que dejan huella en quien los visita.


Temprano por la mañana del jueves se dio el banderazo de salida y el orden de los autos ya comenzó a dar muestras de cómo se ha ido acomodando el tema de cronometraje y resultados de las fechas previas.
A la llegada a Espita, los participantes pudieron disfrutar de las actividades que la localidad tenía preparadas, así como lugares interesantes para visitar.

Los automóviles de colección llamaron poderosamente la atención a su paso por Las Coloradas.


En el parque principal se presentó el ballet folclórico del Ayuntamiento de Espita, así como del ballet folclórico “Espita de mis amores” y se tuvo la actuación de la orquesta juvenil de la Casa de la Cultura.


Entre los sitios que pudieron conocer los integrantes de la caravana del “museo rodante” estuvieron la Iglesia San José, el mercado municipal “Melchor Ocampo”, las Letras de Espita, el Monumento a los 15 de Espita y la Casa de la Cultura, destacando que todos estos edificios arquitectónicos cuentan con placas que contienen un código QR para escanear y obtener información detallada sobre cada uno.


Después, tras algunos kilómetros de carretera, el “museo rodante” llegó a “Las Coloradas”, un pueblo pesquero, con un poco más de 1,600 habitantes que en su mayoría se dedican a la industria salinera, pues este sitio es reconocido también por ser un conjunto de pozas que conforman una importante planta procesadora de sal.


La siguiente parada del día fue el maravilloso poblado de San Felipe, donde como había sido en ediciones anteriores ya esperaban a la caravana de autos clásicos y qué mejor manera de recibir al “museo rodante” que presumiendo a todos la belleza de sus calles, lo colorido de sus casas y terminar por enamorar a todos los participantes con una espectacular recepción y comida en el Restaurante “Vaselina”, que se lució con toda la variedad gastronómica destacando la gran labor de este pueblo pesquero.

Temprano por la mañana del jueves se dio el banderazo de salida y el orden de los autos ya comenzó a dar muestras de cómo se ha ido acomodando el tema de cronometraje.


Ya para terminar el recorrido del día la caravana se enfiló de nueva cuenta a la carretera para volver a la bella e histórica Valladolid y terminar la cuarta etapa, y es que la Perla del Oriente fue, es y será el punto de visita favorito del RMM.


Valladolid tiene un excepcional sabor colonial. Caminar por sus calles, con sus casonas pintadas de vivos colores, los barrios con sus iglesias y desde luego el imponente convento de San Bernardino de Siena, huella palpable de la presencia franciscana en toda la península, es regresar al pasado.

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