Frustran sus sueños por, trabajar

 

Se llaman “Miguel” y “Rafael”. Ahora tienen 14 y 15 años y están terminado la primaria. Les gusta mucho el fútbol. De niños no tuvieron oportunidad de estudiar, porque trabajaban con su papá en la venta de frutas en bolsas y ni siquiera sabían que había una ley que les daba derecho a estar en la escuela.

Hace dos años que están en Cancún y nunca les han festejado el Día del Niño. Ahora ya hablan bien el español pero antes se expresaban en Tzotzil. Son dos de un total de nueve hermanos que nacieron en una pequeña comunidad de Chiapas, donde no hay escuelas ni alternativas de recibir educación. Ayer tampoco festejaron, pero jugaron mucho fútbol.

Tímidos, se comunican con monosílabos. Están estudiando el sistema abierto. Su padre los trajo junto con toda la familia y montó una red de explotación infantil sin saberlo. Llegó a tener hasta 18 menores trabajando en bicicletas con la vendimia de frutas en bolsitas, que eran compradas, cortadas y preparadas por su esposa.

Entre ellos estaban “Miguel” y “Rafael”, quienes no recibían pago alguno y estaban en las calles de la ciudad desde antes del mediodía hasta el atardecer. El resto dormían en una casa alquilada; seis en cada habitación para ser específico. Hasta que un vecino llamó a las autoridades para denunciar algo que le parecía sospechoso. Por Javier Chumacero>Quequi

 

 

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